Te gusta eh

martes, 20 de julio de 2010

La retórica del miedo.


He pasado muchas horas de mis últimos años recomendando Breaking Bad. Tantas veces he transmitido subtramas sin ninguna ligereza. Con enorme entusiasmo recito cada "song of bitch" de ese yonqui llamado Jesse Pinkman. Tantos momentos he pasado recordando capítulos, rediseñando guiones y anticipando emisiones en mi memoria, que casi siento que la serie es mía. Que me pertenece. Que conozco a cada uno de los odiosos personajes que le dan forma, que la llenan de vida.

Y cuando uno siente con tanta pasión una serie, una película, un cuadro, una escultura, etc... es que ha encontrado arte. Es que ha respirado arte. Porque creo que al final da igual que lo sea o no, no importa que la genialidad no resida en los valores que transmite o en la naturaleza poética de lo que cuenta. Lo que narra y, sobretodo, cómo te involucra, es fundamental.

Cuando se acaba una temporada, y quedas en vilo, pendiente del siguiente capítulo, da igual que se trate de algo vanal o profundo porque te ha llegado y ya lo sientes como si fuera parte propia. Como si tú hubieras pintado el cuadro. Y los humanos recomendamos con mayor fervor, consistencia y firmeza aquellos que amamos.

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